Echo la vista atrás y veo como ha cambiado mi vida, las experiencias vividas que marcan.
Ha cambiado la de todos los que me rodean, pero que es el cambio sino el proceso de crecimiento y una forma de envejecer. Si no hay cambio no hay madurez, no se crean nuevas oportunidades ni nuevas experiencias, porque sin cambio nos estancamos.
Muchos de nosotros hacemos cambios en la misma dirección hasta que nos damos cuenta que no son realmente cambios y seguimos buscando una nueva dirección que nos satisfaga plenamente, en la que hallemos lo que realmente deseamos.
Eché la vista atrás y me vi hace 10 años, siendo una adolescente, hambrienta de conocimiento y nuevas aventuras. Con más experiencia y vivencias sigo deseando esas nuevas aventuras y aprendizajes, pero esta vez en otra dirección porque los modelos que tenía entonces no me sirven ahora. Me ví en un momento en el que tomé una decisión que marcó el rumbo para los años venideros, y ahora veo que fue una decisión acertada. Sin embargo, en este punto del proceso, tengo hambre de experimentar lo que es la vida, no solamente existir, porque la vida está ganada desde el momento en que nacemos pero solemos existir en vez de vivir.
Pasión por cambiar las cosas, y dejar de lado los convencionalismos que me rodean. Hasta ahora me he movido por los dogmas establecidos por otros pero mi intuición me guía, aunque otros no crean en ella yo estoy convencida de que seguir los instintos es una buena respuesta a lo que quieres.
Echar la vista atrás nos sirve para rectificar el camino, ver todo lo que hemos mejorado, y seguir en nuestro empeño de ser "el mejor yo".