sábado, 9 de mayo de 2015

Rancheras... para aliviar el alma

Es curioso... cuando mi alma está melancólica porque siente el peso de la ausencia de mis padres me encanta escuchar rancheras. Soltar unas lagrimitas y aliviar la soledad de no tenerlos cerca ya bien porque estoy en otro país en caso de mi padre o por la imposibilidad de ver a mi madre que nos dejó hace casi 5 años.

Las letras de las rancheras son tan profundas, tan intensas y tan catastrofistas que me ayudan a soltarme. Abren esa cajita donde guardo con llave los sentimientos. No los dejo salir y cuando lo hago salen con tanta fuerza como un torrente que inunda mis ojos y las lágrimas caen sin cesar.

En especial hay dos cantantes que me producen esa sensación casi automáticamente. Rocío Durcal y Vicente Fernández. A mi madre le encantaba la primera, a mi padre le gusta el segundo.

Recuerdo esos domingos en la Citroën C15 blanca que tenía mi padre volviendo a casa y escuchando un casette de rancheras donde había canciones de ambos. Volvíamos a casa y a pesar de las peleas entre mis padres por cosas cotidianas yo disfrutaba con la música. También recuerdo muy buenos momentos donde sobre todo mí madre cantaba. Y lo hacía bien... Cantaba por alegría o para auyentar las penas que cantando nos hacía entender que es mejor cantar que llorar.

Y que de canciones... y que de recuerdos... y como me gusta soltarme y aliviarme con ellos. La mejor medicina. Y como hacía mi querida madre, mejor canto y no lloro, ¿no?